El año pasado, en este mismo espacio, comentamos sobre las lágrimas más esperadas, quizá las únicas, del año, aquellas vertidas por un santo, San Lorenzo, cuando le asaban. La leyenda dice que pidió a sus “cocineros” que le dieran la vuelta porque ya estaba bien cocido de un lado. Dudo que este mordaz comentario lo dijera llorando, pero la leyenda es la leyenda. Lo importante es que la fecha dedicada al santo es el 10 de agosto, muy cerca del máximo de las Perseidas, ésta sí, la más esperada de las lluvias de meteoros del año, aunque en el centro de México coinciden con la temporada de otras lluvias, las que se generan en las nubes que no nos dejan ver el cielo.
Aunque a diferencia del año pasado, y del anterior, las condiciones parecen un poco mejores, debido a que la Luna no será un factor ya que durante el pico máximo de las Perseidas estará en su fase creciente y se ocultará al atardecer.
Las Perseidas o Lágrimas de San Lorenzo tienen actividad entre el 17 de julio y el 24 de agosto. Podremos apreciar el pico de su actividad la noche del 12 al 13 de agosto. Se espera que en las mejores condiciones, sitios oscuros, lejos de las grandes ciudades, se puedan observar entre 110 y 150 meteoros por hora.
Ya hemos comentado antes que las lluvias de meteoros son causadas por el ingreso de partículas de polvo a nuestra atmósfera, lo que genera estas trazas brillantes, fugaces y espectaculares. Estas partículas son remanentes de los cometas en su recorrido alrededor del Sol. Las Perseidas son producto del cometa Swift-Tuttle, descubierto en 1862 por Lewis Swift y Horace Tuttle, fue visto por última ocasión en 1992.
El radiante, la dirección en el cielo de la cual parecen provenir todas las fugaces, se encuentra en dirección de la constelación de Perseo, en la parte noreste de la esfera celeste. Para apreciar este espectáculo no es necesario el uso de binoculares ni telescopios, dicen que los mejor es recostarse en en suelo y observar la bóveda celeste completa.
De todos modos, si quieren buscar el radiante, les sugiero identificar primero la constelación de Casiopea, es relativamente fácil ya que tiene forma de “W”. Justo debajo de ella se localiza el radiante de las Perseidas, pero como ya les mencioné, no es necesario observar en esta dirección, los meteoroides se ven en todo el cielo.
Recién me encontré otra leyenda asociada a este chubasco. En la mitología griega, Perseo es el hijo de Zeus y Dánae. El oráculo le había anunciado a Acrisio, padre de Dánae, que el hijo de su hija lo mataría, así que decidió “sabiamente” encerrarla. Sin embargo, no contaba con que Zeus la seduciría a toda costa. Como estaba encerrada, simplemente se convirtió en neblina y ya dentro del recinto, se condensó y cayó sobre Dánae en forma de gotas de lluvia, engendrando así a Perseo. Se dice que la lluvia de las Perseidas conmemora este momento.
Independientemente de los mitos, intenten observarlas, con suerte las nubes se condensaran antes del pico máximo y tendremos cielos despejados.