En días recientes hemos encontrado, en los medios de comunicación, titulares como los siguientes: “Un asteroide de 4.1 km se acercará a la Tierra en abril, confirmó la NASA, podría terminar con la civilización, si impacta” o “La NASA advierte que un asteroide gigante podría impactar en la Tierra en abril”. Y unos aún más catastróficos: “Inicia cuenta regresiva para el Juicio Final; se acerca un peligroso asteroide a la Tierra”.

Desde luego, se debe mencionar a la NASA para que tenga respaldo (y que los sitios tengan más vistas y “likes”, desde luego). Se trata del asteroide (52768) 1998 OR2, del que se sabe de su existencia desde 1998, y en efecto se estima que sus dimensiones están entre 1,5 y 4,1 km, pero que pasará a “sólo” unos seis millones de kilómetros de la Tierra. Además de ilustraciones desproporcionadas (unas muestran el tamaño del asteriode casi del tamaño de la Tierra), ninguno de los medios mencionados pone esquemas de las distancias, como la que publicó James O’Donoghue en su cuenta de twitter (https://twitter.com/physicsJ/status/1235194572872933377),  que incluimos en este artículo y que afortunadamente se ha replicado en medios menos amarillistas.

¿Existe la posibilidad de que un asteroide choque contra la Tierra? Pues sí, a pesar de que la probabilidad sea baja, pero afortunadamente no será en esta ocasión. Existen grandes campañas de búsqueda y monitoreo de asteroides cercanos a la Tierra (NEAs por sus siglas en inglés), emprendidas por la comunidad astronómica internacional en los últimos años, dado su potencial peligro, con la finalidad de conocer sus trayectorias, dimensiones y otras características, para saber cuándo y en qué parte se produciría un impacto y, de alguna manera, tratar de mitigar las consecuencias.

Si les interesa revisar, algunos de estos proyectos de búsqueda son: NEOWISE (http://neo.jpl.nasa.gov/stats/wise/) Telescopio infrarrojo espacial de la NASA; Catalina Sky Survey (http://www.lpl.arizona.edu/css/); Siding Spring Survey (https://www.mso.anu.edu.au/~rmn/); Pan-STARRS (Panoramic Survey Telescope and Rapid Response System, pan-starrs.ifa.hawaii.edu/public/); Goldstone Deep Space Communications Complex (http://www.gdscc.nasa.gov, un radiotelescopio que forma parte del Deep Space Network de la NASA); entre muchos otros. No puedo dejar de mencionar que la histórica Cámara Schmidt de Tonantzintla participa en algunas de estas campañas de monitoreo.

Existen registros recientes de algunos impactos, por ejemplo, el del 15 de febrero de 2013, a 80 kilómetros de la ciudad rusa de Cheliábinsk. En este sitio pueden encontrar algunos videos del efecto sobre algunos edificios: https://www.youtube.com/watch?v=tq02C_3FvFo&t=106s

Uno menos reciente es el de Tunguska en la Rusia siberiana, en 1908.  Se calcula que el tamaño de la “piedra” oscilaba entre los 40 y 60 metros de diámetro, pero quizá el impacto más conocido, y mucho menos reciente, sucedió en nuestro territorio hace más de 65 millones de años.  Un objeto con un diámetro aproximado entre 10 y 14 kilómetros dejó un cráter de unos 180 kilómetros en Chicxulub, en Yucatán.

Los asteroides forman parte de los llamados Cuerpos Menores del Sistema Solar.  Son objetos más pequeños que un planeta y orbitan alrededor del Sol. Al igual que los cometas, son residuos de la formación de nuestro sistema solar. El Cinturón de Asteroides, localizado entre Marte y Júpiter, contiene a la gran mayoría de estos objetos, pero en el sistema solar existen cientos de millones de estos cuerpos rocosos llamados asteroides. Los hay grandotes, como Palas o Vesta (de unos 500 km de diámetro), hasta los más pequeños, de unas decenas de metros. Estos últimos son los más abundantes, convirtiéndolos en objetos potencialmente peligrosos ya que son difíciles de detectar. Es por lo tanto muy necesario vigilarlos y preparar acciones de seguridad.

Para concluir, con la finalidad de mitigar el efecto del encierro debido a la contingencia, les dejo aquí una liga donde pueden descargar una plantilla para armar un asteroide (y el globo terráqueo).