Solsticio de verano
Una buena parte de la población da por sentado que el 21 de junio es la fecha para el solsticio de verano. Sin embargo, no siempre sucede ese día, dependiendo del año y de la zona horaria en la que nos encontremos, puede suceder, 20, 21 y, raramente 22 de junio. El último que sucedió un 22 fue en 1975 y el siguiente sucederá hasta el año 2203. El solsticio de verano de este año ocurrirá el 20 de junio a las 22:32 h (horario del centro de México).
El termino Solsticio proviene del latín Solstitium (Sol sistere) que significa “el Sol se queda quieto”. Afortunadamente no se refiere a que nuestro astro se quede detenido en algún punto del cielo, sino que, en el desplazamiento aparente del punto de su salida o puesta, sobre el horizonte, llega a direcciones extremas en los que aparentemente cambia de dirección.
Por ejemplo, si desde la ciudad de Puebla observamos cada día durante todo unos años las puestas del Sol, aprovechando que tenemos de referencia a los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, notaríamos que en una época del año el Sol se pone más hacia el Izta y en otras más hacia el Popo. Va y viene, siempre entre dos direcciones extremas. Estos puntos extremos corresponden a los solsticios, en el de verano está más al norte de la cabeza del Izta y en el de invierno más al sur del pico del Popo. Mientras que el punto intermedio entre estos dos extremos, y por el que pasa dos veces al año, en marzo y septiembre, corresponde a los equinoccios, cuando el día y la noche tienen casi la misma duración.
Para muchas culturas ancestrales, los solsticios de verano e invierno eran muy importantes ya que indicaban nuevos inicios, por lo que iban acompañadas de festividades y celebraciones. Seguramente estas culturas antiguas no sabían que la Tierra da vueltas alrededor del Sol, ni tampoco que su eje de rotación está inclinado, y por lo tanto, no podían saber que estos dos hechos son la causa de los equinoccios y solsticios.
Lo que sí sabían, y registraban, era su trayectoria aparente en el cielo, los cambios en los puntos donde salía o se ponía el Sol cada día, dependiendo si era invierno o verano. Conocer estos eventos no era sólo por entretenimiento, era importante para sobrevivir, ya que estos momentos indicaban inicio o fin de temporadas de frío, calor, lluvia, etcétera, lo que les permitiría saber cuándo debían sembrar, cosechar y realizar otras actividades esenciales. Esto, desde luego, es buena causa para festejos y celebraciones.
Era tan importante este conocimiento, que está reflejado en un legado arquitectónico mundial. Una gran cantidad de edificios, como los de nuestro México prehispánico, se construyeron de acuerdo con la posición del Sol en el horizonte en alguna de estas fechas. A nivel mundial, quizá unos de los más conocidos y más antiguos, con respecto a la importancia del solsticio de verano, es el monumento en Stonehenge, en Inglaterra. Sólo en esa región hay más de 900 estructuras megalíticas. En México el famoso “descenso” de Kukulkán en la pirámide de Chichén Itzá, es uno de las grandes atractivos en Yucatán durante el equinoccio de primavera.
Un buen porcentaje de personas sabe que el día del solsticio es el más largo del año en el hemisferio norte, cuando recibimos luz diurna durante más horas. Astronómicamente, es el instante en que el polo norte de la Tierra está más inclinado hacia el Sol, dando inicio al verano en el hemisferio norte y al invierno en el sur. Otra idea, incorrecta, que prevalece, es suponer que debido a que hace más calor, es el momento del año que en estamos más cerca del Sol. Sin embargo, es lo opuesto, la Tierra está más alejada en esta temporada. En realidad, la distancia Tierra-Sol tiene poco efecto en las estaciones, lo que realmente las genera es la inclinación del eje de rotación de la Tierra, aunque quizá lo más importante es que, aún en pandemia, ¡disfrutemos el verano!