Desde 1973 se celebra el Día Mundial de la Astronomía, originalmente el 13 de abril, sin embargo, desde hace unos años se celebra dos veces al año, en primavera, entre la mitad de abril y la mitad de mayo, y en otoño, entre septiembre y octubre, siempre el sábado más cercano al cuarto creciente. Tiene el objetivo de acercar la astronomía a todo público a través de telescopios colocados en tantos lugares como sea posible, de tal manera que los más jóvenes se interesen en el estudio del Universo.
La iniciativa fue de Doug Berger, en ese entonces presidente de la Asociación Astronómica de California del Norte, EEUU y tiene, incluso, un lema, “One People, One Sky” (“Un pueblo, un cielo”). Y aunque quizá no es tan celebrado como otros “días mundiales”, la astronomía tiene su propio, y gran, encanto.
La Astronomía cuenta con gran aceptación entre un gran público, eventos como la Noche de las Estrellas pueden convocar a cientos de miles en una sola noche, incluso un telescopio colocado en un parque durante un fin de semana, genera largas filas de manera casi automática.
Por otro lado, los descubrimientos de frontera, como la primera imagen de un agujero negro, las ondas gravitacionales o la llegada de una misión a otro planeta, desatan las redes y tienen mucha repercusión en los medios de comunicación. Aunque también tienen el mismo efecto eventos astronómicos mejor conocidos, y algunos más frecuentes, como los eclipses o las lluvias de estrellas.
Todo esto lo podemos aprovechar para acercar la astronomía, y la ciencia básica, a todo público, así como para mantener o despertar el interés general por la ciencia. Por esta razón, espacios como éste, promovidos por la iniciativa privada son más que reconocidos y apreciados.
En México tenemos una gran tradición astronómica, tanto en la región de Puebla como en todo el país, ya que desde épocas prehispánicas se estudiaba el cielo, principalmente con fines calendáricos. Posteriormente, hace casi 80 años, se inauguró el Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla (OANTON) actualmente Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), y con ello arrancó la Astronomía moderna en México. Actualmente, contamos con dos grandes proyectos astronómicos en la región, los mayores a nivel mundial: el Observatorio de Rayos Gamma HAWC y el Gran Telescopio Milimétrico Alfonso Serrano (GTM), y participamos en el Gran Telescopio Canarias (GTC), también el mayor del mundo en su tipo.
Los astrónomos requieren siempre de telescopios más grandes, instrumentación más eficiente y detectores más sensibles, para detectar objetos celestes más débiles o lejanos, así como también sistemas de cómputo más poderosos, para analizar la gran cantidad de datos que se obtienen. Esto ha empujado desarrollos en electrónica, ingeniería mecánica y computación, pero ha generado derramas con aplicación civil como los detectores ópticos (CCDs) que encontramos en nuestras cámaras digitales o teléfonos móviles, o detectores en rayos-X, sub-milimétricos, que se utilizan en hospitales y aeropuertos. Técnicas radiastronómicas como la llamada “síntesis de apertura”, se aplican en la resonancia magnética para mejorar los detalles y reducir el tiempo de escaneo en el diagnóstico médico. También podríamos mencionar su aplicación las tomografías, en los GPS, en los protocolos de los cuartos limpios, e incluso en el sector financiero, pero será en una siguiente entrega.
Debemos recordar que la astronomía es la ciencia que nos ha proporcionado el conocimiento de nuestra lugar en el Universo, y que sigue buscando respuestas a otras cuestiones fundamentales como su origen y sus características.
Desafortunadamente, en la actualidad muy poca gente observa el cielo, ya sea debido a la contaminación lumínica en las grandes ciudades que sólo permite apreciar los objetos más brillantes, o a nuestros hábitos. Nos es muy alentador saber que un gran porcentaje de la población, a nivel mundial, ¡jamás ha visto la Vía Láctea! Por todo esto es que, en este día, y siempre, les invitamos a volver a mirar el cielo.