Al inicio de la noche, un punto brillante se asoma por el horizonte del este y conforme van avanzando las horas lo vemos cada vez más alto, luciéndose con todo su esplendor. Se trata del planeta Júpiter, el gigante gaseoso del sistema solar.
Galileo Galilei fue el primero en observarlo a través de un telescopio a principios del siglo XVII. Durante varios días, Galileo realizó observaciones del planeta y pudo darse cuenta de que había cuatro pequeños puntos brillantes que cambiaban de posición constantemente respecto al planeta. Entonces, propuso que esos cuatro puntos eran las lunas del planeta y que giraban en torno a este, lo cual representó una prueba muy importante de que no todo giraba alrededor de la Tierra. Hoy en día se tienen 79 lunas registradas para este planeta, pero por supuesto, las cuatro más grandes, Io, Europa, Calixto y Ganímedes, las que descubrió Galileo, son las cuatro más notables y observables con telescopios pequeños e incluso con algunos binoculares.
Fue en la década de los 90’s cuando la nave Galileo tomó las primeras fotografías de Europa, la luna más pequeña de las cuatro descubiertas por Galilei, que revelaron que éste era un mundo muy peculiar: parecía una gran bola de hielo, completamente lisa en su superficie, pero con las marcas de donde alguna vez fue chocada por algún otro objeto. Siendo un mundo con agua, debajo de la gran capa de hielo se cree que hay agua salada líquida, desde un principio despertó un gran interés por conocerlo.
Entonces, el mes pasado desde Florida, la NASA lanzó al espacio la misión “Europa Clipper“ que, se espera que llegue a Europa en 2030. Esta sonda trae consigo varios instrumentos: una cámara para tomar fotografías de alta resolución de la superficie de Europa, otro más para estudiar la luz infrarroja que dará pistas sólidas sobre la composición química de la luna, así como un radar que permitirá estudiar el interior de la luna en tercera dimensión. Además, trae un instrumento fantástico que, en el caso de que Europa llegue a lanzar algo de material al espacio, podrá atrapar pequeñas partículas y estudiarlas para saber su composición química. Se prevé que la nave entre en órbita alrededor de la luna y de al menos 50 vueltas, colectando la mayor cantidad de datos posibles. Es toda una proeza de ingeniería aeroespacial.
Sin embargo, esta no es la única sonda que se ha lanzado en esa dirección. El año pasado la sonda JUICE (JUpiter ICy moons Explorer) de la Agencia Espacial Europea fue enviada para estudiar no sólo a Europa, sino también a Calixto y a Ganímedes, quienes también podrían tener agua en su interior. Esta sonda, por la forma en la que fue diseñado su viaje, tardará un poco más en llegar a las lunas de Júpiter y se tiene previsto que en 2034 inicie su estudio en la luna Ganímides, la cual es la luna más grande de Júpiter y del sistema solar. Ambas misiones van a coincidir en sus visitas a las lunas galileanas, y no es casualidad: parte de sus objetivos es que se observen entre ellas y se estén comunicando constantemente. Rusia, además, planea en un futuro llevar una nave que se pueda posar sobre la superficie de Europa y los datos de estas misiones serán fundamentales para planear el lugar de llegada de la nave.
Es claro que estas misiones no esperan encontrar vida semejante a la que conocemos en la Tierra, sin embargo, el conocer y comprender a profundidad los mundos que podrían albergar vida o que podrían ser habitables, expande las fronteras de nuestro conocimiento acerca de nuestro propio origen.
Nota: Puedes ver el lanzamiento de Europa Clipper el 10 de octubre de 2024 en el canal de la NASA de Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=kdomyPUIAxo&t=8s